
La paleta de porco celta, sin piel y con hueso, es un emblema de la cultura culinaria de Galicia, que llega a estar completa con estos embutidos de porco de la más alta calidad, así lo reconocen los fanáticos y los expertos en comida gallega.
Es fundamental que el embutido presente las características antes mencionadas, pues, de esa manera, se tendrá sobre la mesa una carne distinta a la del cerdo común, con una cantidad superior de grasa infiltrada, y un sabor sin igual.
No es extraño entonces el lugar de honor que posee el Porco Celta entre la gastronomía y la charcutería gallega, porque, debido a su exquisita calidad, tras asar la carne ésta adquiere una jugosidad especial.
Un verdadero conocedor del jamón y un amante real de los embutidos reconocen que el jamón de porco celta es un manjar único gracias a sus peculiaridades.
Lo que lo hace especial los embutidos de porco
La particularidad del porco celta proviene de sus orígenes, se trata de un tipo de cerdo que tarda bastante en crecer, posee largas orejas que incluso le tapan parte del rostro, su cabeza es de gran tamaño, es precoz y de cuerpo alargado.
Estas características se deben a que es una raza típica y única de los establos gallegos, denominada como Sus scrofa domestica, la cual, lamentablemente está prácticamente en vías de extinción actualmente, debido a que, los individuos de la especie han ido mermando con los años.
Un gusto particular
El sabor del cerdo común no tiene comparación con el sabor que caracteriza a los embutidos que se elaboran con el Porco celta gallego.
El jamón de porco celta, por ejemplo, se distingue porque presenta vetas de grasa que, surgen debido a una alimentación orgánica y exclusiva que recibe la especie.
Gracias a esa cría específica y natural el propio porco genera sus vetas, las cuales hacen mucho más fácil la conservación del exquisito sabor, haciendo de éste jamón el más solicitado por los comensales más destacados.
Proceso de curación con sumo detalle
La calidad deseada del jamón de porco celta se obtiene gracias a un minucioso proceso que consiste en una infiltración media que se hace a su carne rojiza, y a una curación que tiene una duración de 24 a 30 meses.
Estos métodos le otorgan al jamón de Porco celta un sabor que evoca los sabores de la charcutería y gastronomía gallega ancestral, pues, al igual que en tiempos de otrora, el porco celta presenta refinados sabores gracias a la castaña, de carácter untuoso, sin amargura, con un aroma tradicional de bodega.
Lo que lo distingue los embutidos de porco
Por un lado, el sabor único del porco celta se debe al esmerado proceso de cría que poseen, donde lo sabores de la tierra y la naturaleza son los protagonistas.
Sin embargo, el ser criados en libertad es el verdadero secreto en el sabor del porco celta, haciendo de este jamón la opción más fresca, con características organolépticas que lo convierten en el embutido esencial de la alta charcutería y gastronomía de Galicia y más allá.
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